Los 5 minutos más largos de la historia

Corría el año 2006 y Ernesto anunciaba que íbamos a comenzar a hacer los recomendados de TV y Cable del Suplemento de Espectáculos del diario Clarín (uno de los más grandes de Argentina). Habla con Claudia y Julieta y explica que el trabajo en sí serían unos “5 minutos” ya que la información la teníamos cargada en la base y era solo un click con una exportación previamente armada por el equipo de tecnología.

Manos a la obra, llega el viernes y había que armar las páginas de sábado, domingo y lunes. Un gran desafío para un producto nuevo.

Llegó el momento del mágico “click” que iba a hacer que la información pase de nuestra base al programa de diseño.
Pero… la vida te da sorpresas y las exportaciones no quedaban del todo acomodadas. Claudio Yuri, de tecnología, intentaba ayudar antes que empezáramos (como luego hicimos) a tocarlo a mano.

Las fotos se salían de cuadro, o quedaban pixeladas. Curso acelerado de Photoshop de la mano del multifacético CEO que, dicho sea de paso, estaba sentado a la par de Claudia, Claudio, Ana y Julieta luchando con las cajitas del programa de diseño Indesign para que todo quede acomodado.

Ronda de café para todos.
El cliente llama por teléfono para ver qué pasaba que estaba demorada la entrega. Se “dibujan” respuestas sin mucho fundamento pero con promesas de entrega inminente.

Yuri comienza a tirarse de los pelos (literal) por no lograr resultados.

Otra ronda de café.
De nuevo el cliente. “Disculpas, ya sale”

La oficina de la calle Defensa tenía un pequeño patio en el medio que podía verse desde el interior. Poco a poco se fue escondiendo el sol y quedando en penumbras.

Seguimos batallando como gladiadores contra viento y marea para llegar a tiempo con la entrega.
De pronto Ana irrumpe con un “¿compro unas empanadas para cenar?”. El reloj marcaba las 21 hs….exactamente 12 horas desde que habíamos ingresado a trabajar.

Comimos, reímos (por no llorar) del cansancio y los nervios ya no nos salía ni mover el mouse.
Seguimos hasta cerca de la medianoche cuando finalmente logramos entregar el producto completo.

Llamamos un taxi y retornamos cada uno a nuestros hogares, extenuados por la larga y agotadora jornada laboral y con una certeza grabada a fuego y repetida hasta el hartazgo en cada recuerdo compartido en reuniones: esos famosos “5 minutos” de Ernesto habían sido los más largos de nuestras vidas.

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